(Hch 1, 1-11 / Sal 46 / Ef 4, 1-13 / Mc 16, 15-20)
“Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse…” para vivir plenamente nuestra fe, debemos tener presente que el seguimiento de Jesús no se hace solo viendo el cielo, sino viviendo con la certeza de que tenemos con quien contar.
Y que prometió volver a librarnos de todo aquello que quizá no entendamos o rebase nuestros criterios. Esforzándonos porque se nos note el amor de Dios, esforzándonos por cumplir con la recomendación de Pablo: “Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de la paz.”
Para cumplir con el mandato de «ir por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura» que nos ha hecho el Señor, hay que tener claro que no se trata de esperar una asamblea diferente, un lugar determinado, podemos cumplir esto allí en nuestros hogares, en nuestros trabajos, con los miembros de nuestra familia que más nos cueste.
Pidamos el Señor que nos auxilie para vivir como discípulos suyos en todo momento de nuestras vidas, aún los momentos de dificultad ser capaces de afrontarlos confiados en que volverá y nos librará de todo aquello que podría estar inquietándonos o distrayéndonos de cual es en realidad nuestra esperanza. Volverá la paz, “ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse…”
(P. JLSS)
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