(Is 50, 5-9 / Sal 114 / Sant 2, 14-18 / Mc 8, 27-35)

La semana pasada se nos invitaba en el Evangelio a permitir que el mensaje del Señor entrara completamente en nuestro ser para que quitara todas aquellas «sorderas» que nos impiden reconocer el mensaje del Señor. Hoy la invitación es a reconocer quién es Jesús, de la respuesta personal que se dé a esa pregunta van a depender muchas cosas.

De ahí que la pregunta que se nos lanza este domingo para nuestra reflexión personal es: ¿Quién es Jesús para ti? Si tu respuesta es demasiado triunfalista puedes tender al fanatismo y al rechazo de cualquier sufrimiento o dificultad; si tu respuesta tiende a la culpa, puede tender a cerrarse a la esperanza.

Quien reconoce con quién cuenta, la grandeza de Jesús, la inmensa misericordia que Dios ha manifestado en Él, no se dejará amedrentar o quitar la paz tan fácilmente, porque el Señor nos ha dejado claro que la cruz no vence. “No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo.”

Padre Santo, aumenta nuestra fe, purifícala de todo protagonismo personal y ayúdanos a vivir de acuerdo a ella, que por la ayuda del Espíritu Santo podamos decir ante las dificultades: “Cercano está de mí el que me hace justicia, ¿quién luchará contra mí? ¿Quién es mi adversario? ¿Quién me acusa? Que se me enfrente. El Señor es mi ayuda, ¿quién se atreverá a condenarme?”

(P. JLSS)