Fiesta de la Sagrada Familia de Jesús, María y José.
(Gn 15, 1-6; 21, 1-3 / Sal 104 / Hb 11, 8. 11-12. 17-19 / Lc 2, 22-40)

Hoy celebramos la fiesta de la Sagrada Familia ¿qué hace de esta familia algo «sagrado»? La presencia de Jesús, la convivencia con él. También es cierto que María y José eran personas que buscaban cumplir la voluntad de Dios siempre. Entonces vemos en ello dos cualidades necesarias: la presencia de Jesús y el deseo de cumplir la voluntad de Dios (creerle).

La Familia de Jesús no estuvo exenta de contratiempos y vicisitudes: tuvieron que salir de su tierra en la época del censo, huir hacia Egipto en la persecución contra los menores de dos años, el extravío de su hijo a los doce años, la muerte de José, etc…, sin embargo, no permitieron que nada de esto les nublara su fe ni menguara su esperanza. Tenían la certeza de la presencia de Jesús.

Jesús está en medio de nuestras familias, porque «donde dos o más se reúnen en nombre allí está Él en medio» (cf. Mt 18, 20), ¿Qué tanto le tomamos en cuenta? ¿Deseamos cumplir la voluntad de Dios? Hoy más que nunca, se nos invita fortalecer nuestra fe en familia y no dejar que cualquier cosa nuble nuestra esperanza.

Tanto la primera lectura, como la segunda, nos hablaron de las cosas asombrosas que Abraham logró por la fe; muchas de las cosas que consideramos como «imposibles» en nuestros hogares y familias se solucionarían si permitiéramos que Jesús se haga presente en medio de ellas y procuráramos aumentar nuestra fe. Pidámosle a nuestro Padre Celestial que haga de nuestras familias algo sagrado, donde se reconozca su presencia, no por meros actos externos, sino por la paz y el amor que en ellas se contemplen.

(P. JLSS)