(Ap 18, 1-2. 21-23; 19, 1-3. 9 / Sal 99 / Lc 21, 20-28)

Pensar en que un día podamos estar al lado del Señor para siempre ¿produce algo en tu interior? Reflexionar en lo que es nuestra esperanza debe ser para nosotros una labor importantísima, nuevamente repito: de acuerdo al valor que le demos a nuestra meta será el esfuerzo que seamos capaces de realizar para alcanzarla.

Tanto en el texto del libro del Apocalipsis, como en el fragmento del Evangelio que escuchamos se nos habla de permanecer tranquilos ante las amenazas externas recordando quién está de nuestro lado y con quién contamos. Se invita incluso a prestar mayor atención a Dios: “Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atención y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación”.

La respuesta a la Palabra que hacíamos en el Salmo era: “Dichosos los invitados al banquete del Señor”, con una frase semejante terminaba el pasaje del Apocalipsis, quienes creemos en Jesucristo debemos interpretar nuestra realidad con esperanza, no como personas sin fe.

Por ello, este día debemos pedir a Dios nuestro Padre, que fortalezca nuestra esperanza para que nuestra vida y nuestra manera de interpretar la realidad se rijan por la confianza en Dios, que su gracia y que su gracia nos impulse a vivir convencidos de que «todo lo podemos en Cristo que nos fortalece» (cf. Flp 4, 13).

(P. JLSS)