(Rom 11, 30-36 / Sal 68 / Lc 14, 12-14)
Ayer que meditamos acerca de la crítica que Jesús hace a los fariseos de saber muy bien lo que dice la ley pero no querer aceptar la novedad que provenía de él por temor a soltar sus falsas seguridades, ahora el Señor nos enseña que la caridad es desinteresada, tal y como la ha tenido Dios para con nosotros.
San Pablo por su parte, les recuerda a los romanos que la rebeldía de los judíos trajo la misericordia para ellos y de igual manera les judíos que estaban siendo rebeldes la alcanzarían más tarde, y aclara, “En efecto, Dios ha permitido que todos cayéramos en la rebeldía, para manifestarnos a todos su misericordia.”
Dejémonos impresionar por nuestro Padre celestial, no dejemos que nuestros prejuicios o criterios limiten su acción en nuestras vidas, sigamos a Jesús que debe ser nuestra guía, sintámonos protegidos por nuestro Padre Celestial y aceptemos las enseñanzas de nuestro maestro: «si nos mantenemos fieles a su palabra, seremos verdaderamente discípulos suyos y conoceremos la verdad».
Padre Santo, envíanos tu espíritu para no vivir temerosos sino conscientes de tu protección y compañía, que el Espíritu Santo grabe en nuestra mentes las palabras de san Pablo para obtener la misma confianza y libertad que él siempre manifestó: “todo proviene de Dios, todo ha sido hecho por él y todo está orientado hacia él. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”
(P. JLSS)
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