(Esd 1, 1-6 / Sal 125 / Lc 8, 16-18)
Quienes confiamos en Dios, somos conscientes de que él siempre estará de nuestro lado, ya nos lo ha demostrado en muchas ocasiones. Por ello no debemos permitir que se nos olviden las palabras del salmo: “Como cambian los ríos la suerte del desierto, cambia también ahora nuestra suerte, Señor, y entre gritos de júbilo cosecharán aquellos que siembran con dolor.”
Hay que estar muy atentos para reconocer la obra de Dios en nuestras vidas y valorar lo que nos da, sólo así daremos testimonio de su amor y no andáremos actuando solamente para «demostrar» que creemos, sino por inercia del amor, así se cumplirán en nosotros las palabras del salmo: “Que brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las obras buenas que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos.”
El pueblo de Israel fue capaz de reconocer que a través de Ciro, rey de Persia, Dios actuaba en ayuda de su pueblo dejándoles volver a Jerusalén y procurando que todos los habitantes les auxiliaran para construir nuevamente el Templo. ¿Somos capaces de reconocer cómo Dios va actuando en nuestras vidas aún cuando no sea por los medios que esperamos?
Si Dios nos ha querido manifestar su amor por medio de Cristo es para que se nos note por nuestra libertad, alegría y serenidad, pidamos a nuestro padre que la alegría del Espíritu Santo se nos note, “Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz.”
(P. JLSS)
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