(Ex 33, 7-11; 34, 5-9. 28 / Sal 102 / Mt 13, 36-43)

En el Evangelio Jesús nos explica la parábola de la cizaña sembrada en el campo, en ella nos dice que él ha venido a sembrar buena semilla, y ésta son los «ciudadanos del reino» y la cizaña los partidarios del demonio, de allí que valga la pena que nos cuestionemos si parecemos ciudadanos del Reino o cizaña.

¿De qué lado formamos parte? Jesús también enseñó que no se puede servir a dos amos porque se amará a uno y se odiará al otro (Cf. Mt 6, 24), no se puede tomar partido del Reino y ser partidarios del demonio. Uno se debe convencer de qué lado está. El demonio busca esclavizar, Jesucristo liberar. Y para ser libres hemos sido liberados (cf. Gal 5, 1).

No nos dejemos engañar, escuchemos el Salmo: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar… No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados… Así como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama, pues bien sabe él de lo que estamos hechos y de que somos barro, no se olvida.” Dejémonos encontrar por él, no nos le escondamos.

Espíritu Santo, tu que eres fuente de toda luz, ilumínanos para poder reconocer el inmenso amor de Dios y su misericordia que supera nuestras limitaciones; haz que seamos capaces de optar siempre por Cristo y no ceder ante los engaños del maligno. Que con tu luz logremos reconocer aquello en lo que parezcamos ser cizaña y cambiarlos para manifestarnos como verdaderos ciudadanos del Reino.

(P. JLSS)