(Ez 43, 1-7 / Sal 84 / Mt 23, 1-12)
A quien se sabe amado se le nota, porque el amor da una libertad que nada más ofrece, cuando a uno le comienzan a interesar los “títulos”, los “cargos o puestos”, lo más probable es que ha dejado de percibirse amado y la autoestima ha comenzado a disminuir el mismo.
Somos amados por Dios, toda la semana hemos reflexionado en ello, reconozcamos el amor que Dios nos ha querido dar y vivamos conforme al mismo, de eso se trata. Quien cree en Dios debe tener claro que su valor no depende de cosas externas, debe cuidar el valor de su dignidad y vivir conforme a ella.
Quien se ha perdido en puestos o cargos debe revisar si no se podrá decir de él que ha «sentado en la cátedra de Moisés» o que «todo lo hacen para que los vea la gente»… estemos pendientes de nuestra manera de vivir la fe, no permitamos que se reduzca solo a un cumplimiento de cuestiones externas sino a una exigencia que brota del amor.
Pidámosle a Dios Padre que nos conceda experimentar su amor de tal manera que antes que querer mostrarnos como “padres”, “maestros” y/o “guías” si antes de esto no nos está preocupando el reconocernos cómo sus hijos amados. Dejémonos conducir por Dios y procuremos manifestar nuestra fe no de manera teórica o proselitista sino por nuestra vida.
(P. JLSS)
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