(Esd 1, 1-6 / Sal 125 / Lc 8, 16-18)
Ayer meditábamos acerca de que el conocimiento de Jesús se nos debe notar por cómo interpretamos la realidad, por nuestra capacidad de ser agradecidos; hoy la palabra en la misma línea nos invita a manifestar nuestra fe por medio de la vivencia del amor de Dios que confiando en su misericordia.
Al recibir a Jesucristo hemos sido iluminados por Dios, es decir, ya no vivimos en tinieblas, por el amor que recibimos debemos «iluminar» a los demás; “Que brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las obras buenas que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos”.
Que quede claro: “nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz.” No podemos presumir que conocemos a Dios cuando nuestro modo de vivir sólo transmite oscuridad.
Ciro, a pesar de ser politeísta, tras sus muchas victorias agradeció la ayuda recibida por parte de Dios, supo reconocer la ayuda. Yo no sé cuáles sean tus tentaciones o malos hábitos, lo que si sé es lo que Dios te puede dar que es libertad, paz, serenidad, reconozcamos lo que Dios ha hecho por nosotros y seamos agradecidos. Todo será diferente.
(P. JLSS)
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