(Miq 7, 14-15 / Sal 102 / Lc 15, 1-3. 11-32)

Siguiendo con la temática de esta semana, de escuchar a Dios y estar dispuestos a cambiar, hoy se nos invita a recordar el amor que el Señor nos tiene y que “como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos”.

¿Cómo no estar cerca de quien nos ama tanto? Hagamos un análisis de nuestra vida, tal como lo hizo el hijo del hombre del Evangelio, reconozcamos aquello que hemos hecho que no sea conforme a su voluntad y volvamos hacia Él. Dejemos los escrúpulos exagerados y pensemos más en Dios que en nuestras limitaciones.

No le hagamos caso al pecado que nos querrá hacer sentir indignos y lejanos a Dios, en la parábola escuchamos que el hijo de este hombre, después de malgastar toda su herencia vuelve a casa, no lo hace por otra cosa que por hambre, sin embargo, su padre acepta su cercanía, le demuestra su amor y le recibe en casa.

¿Tienes alguna necesidad particular? ¡Esa puede ser tu hambre! Acércate a Dios y déjate amar por Él, te estaba esperando… “¿Qué Dios hay como tú, que quitas la iniquidad y pasas por alto la rebeldía de los sobrevivientes de Israel?”

(P. JLSS)