(Jer 3, 14-17 / Jer 31 / Mt 13, 18-23)

Jesús nos explica con claridad la parábola del sembrador y aquello que pudiera opacar el crecimiento de la semilla de la palabra de Dios en nuestro interior: no entenderla, una tribulación o persecución, las preocupaciones de la vida o seducción de riquezas… hemos escuchado muchas veces la palabra de Dios ¿hay algo en tu vida que pudiera estar impidiendo el libre desarrollo de sus frutos en tu vida?

En la aclamación se nos dicen otras dos cualidades necesarias, además de escucharla, tener un corazón bueno y sincero. Si escuchamos la palabra de Dios y queremos perseverar y encontrarnos con él, necesitamos ser así, evitar el mal y reconocer la grandeza de la Misericordia de Dios.

Reconocemos en a Jesucristo el cumplimiento de las palabras de Jeremías: “Vuélvanse a mí, hijos rebeldes, porque yo soy su dueño, dice el Señor: Iré tomando conmigo a uno de cada ciudad, a dos de cada familia y los traeré a Sion, les daré pastores según mi corazón, que los apacienten con sabiduría y prudencia.” en ellas se nos recuerda que debemos volver a Dios todo aquello que hemos alejado voluntariamente.

Padre envía tu Espíritu Santo a nuestro corazón para que sea Él el que nos dé la paciencia suficiente para no caer en desesperación por aquello que no entendemos, que ninguna preocupación nos robe totalmente la paz, que nuestra confianza en tu palabra y tu divina providencia sea mayor que cualquier temor.

(P. JLSS)