(1Cor 9, 16-19. 22-27 / Sal 83 / Lc 6, 39-42)

Este día la Palabra nos invita a reflexiona en qué está puesta nuestra atención ¿es en ser mejores cada día o en ver cómo está mal el otro para justificar nuestra pasividad? Se trata de procurar ser como el Señor, estar convencidos del amor de Dios, de su compañía y providencia, vivir convencidos de esto.

Por eso Jesús nos invita a poner todo nuestro empeño en imitarle y dejar de ver tanto al otro “¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no la viga que llevas en el tuyo?…” lo que nos va a salvar o condenar no es la capacidad de describir problemas ajenos sino de amar al prójimo. Quien ama procura el bien.

El ejemplo que da san Pablo es bien bello: “¿No saben que en el estadio todos los corredores compiten, pero uno solo recibe el premio? Corran de manera que consigan el premio. Además, todos los atletas se privan de muchas cosas: ellos lo hacen por un premio que se acaba; nosotros, en cambio, por uno que dura para siempre.” Procuremos alcanzar la vida eterna nosotros y ya.

Que Dios nos conceda experimentar lo mismo que el salmista “Anhelando los atrios del Señor se consume mi alma. Todo mi ser de gozo se estremece y el Dios vivo es la causa.” Y que nos podamos desgastar en vivir conforme a esa esperanza. Dios nos conceda vivir la libertad del amor y erradicar de nosotros el vicio. Tener un corazón semejante al suyo.

(P. JLSS)