(Jr 20, 10-13 / Sal 17 / Jn 10, 31-42)

En una semana estaremos conmemorando el día en el que nuestro Señor Jesucristo sufrió su pasión y muerte, por amor a nosotros, por ello se hace necesario que nos cuestionemos qué tan preparados estamos para descubrir en estos misterios el inmenso amor que Dios nos tiene.

Este último viernes de cuaresma analicemos lo que significa esta prueba de amor tan grande, si permitimos que nos conmueva y transforme nuestras vidas. Jesús te ha querido demostrar el amor, lo ha hecho porque no te quiere creyéndote esclavo(a) de nada ¿te aferras a tu pecado?

Los personajes del Evangelio que rehusaban aceptar a Jesús, prefirieron desaparecerlo, antes de cambiar, dice el Evangelio que le querían apedrear… quizás a ti y a mí el Señor nos diga “He realizado ante ustedes muchas obras buenas de parte del Padre, ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?” ¿por qué le rechazamos?

Dejemos que el amor del Señor nos confronte e impulse para dejar todas aquellas falsas seguridades y aferrémonos sólo a Él y digámosle: “Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera. Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo”. Dejémonos transformar por el amor.

(P. JLSS)