(Hch 13, 24-33 / Sal 2 / Jn 14, 1-6)
Ante la incertidumbre que sentía Tomás por el destino de Jesús y su desconocimiento del camino para llegar al Padre, nos dice San Juan que “Jesús le respondió: «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí…” ¿existen circunstancias en tu vida que te estén llevando a hacer quejas semejantes?
La respuesta de Jesús sería la misma que para Tomás ¿quieres saber qué hacer? Acércate a él ¿necesitas la verdad para una interrogante? Escúchale a él ¿sientes que a tu vida le falta algo? Deja que su amor renueve toda nuestra vida y transforme nuestras existencias. El es el camino, la verdad y la vida, pero hay que seguirle aún cuando se presenten esas dificultades.
Quien cree en Jesús sabe que él murió inocente, como dice san Pablo: “no hallaron en Jesús nada que mereciera la muerte y, sin embargo, le pidieron a Pilato que lo mandara ejecutar. Y después de cumplir todo lo que de Él estaba escrito, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en el sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos…” pero también deben ser testigos de la resurrección.
Quien tiene fija la meta no piensa tanto en el camino, sino en alcanzarla. Cristo para fortalecer la esperanza de sus discípulos les da el ejemplo de las habitaciones en casa de su Padre, si nos toca irnos con él, tenemos a donde llegar. No hay porque ser tan temerosos, nada puede arrebatarnos de su mano. Padre Santo, ayúdanos a saber reconocer tu grandeza en medio de nuestras adversidades y aferrarnos solo a ti.
(P. JLSS)
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