(Sab 2, 1. 12. 17-22 / Sal 33 / Jn 7, 1-2. 10. 25-30)
Es bien interesante contemplar como el ser humano se resiste al cambio cuando uno no está dispuesto a hacerlo, por ello es bueno que este día nos preguntemos acerca de nuestra disposición al cambio que la gracia de Dios quiere ocasionar en nosotros y cuál es nuestra actitud frente a su acción en el otro.
En el Evangelio notamos como la cerrazón a la acción de Dios provenía de una supuesta seguridad que tenían quienes creían conocer a Jesús y se encuentran con el reproche: “Conque me conocen a mí y saben de dónde vengo… Pues bien, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; y a él ustedes no lo conocen…”
En la primera lectura, notamos algo un poco más común por desgracia, la cerrazón a Dios por envidia: “Ha llegado a convertirse en un vivo reproche de nuestro modo de pensar y su sola presencia es insufrible, porque lleva una vida distinta de los demás y su conducta es extraña.” ¿Actúas como alguno de estos tipos de personas, tienes apertura a la acción de la gracia de Dios?
Acerquémonos a Dios y pidámosle que nos libre de toda cerrazón a su gracia, desterremos de nuestras vidas la envidia y toda errada suficiencia en el conocimiento de Dios que limite su acción, antes bien, ejercitémonos en erradicar todo aquello que nos haga mantenernos cerrados a la acción de Dios y sepamos estar abiertos a la acción de su gracia. Danos tu amor y gracias, eso nos basta.
(P. JLSS)
0 Comments