(1Sm 24, 3-21 / Sal 56 / Mc 3, 13-16)
“Dios reconcilió al mundo consigo por medio de Cristo, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación.” Al escuchar esta frase debemos de reconocer sus elementos, la reconciliación con Dios nos la ha logrado Cristo, a nosotros nos toca vivir esta reconciliación.
En la primera lectura escuchamos como el rey Saúl reconoce la grandeza de David por su generosidad, por haberle perdonado la vida cuando estaba a su alcance matarle ¿qué nos hace falta para reconocer la grandeza de la misericordia de Dios? ¿Reconocerla? ¿Valorarla? ¿Aceptarla como un don?
La salvación nos ha sido dada por pura generosidad de Dios (cf. Ef 2, 4-10), el siempre procurará para nosotros todo lo que necesitamos, esto lo reconocemos en la elección de los doce, pero podemos experimentarlo en la elección que hizo de cada uno de nosotros para estar a su lado.
Vivamos confiados en Dios, él nunca se olvida de nosotros aún cuando pudieras estar viviendo algo muy difícil recuerda que le tienes de tu lado, él no dejará que nada nos venza… dile con insistencia: “Apiádate de mí, Señor, apiádate, pues en ti me refugio; me refugio a la sombra de tus alas hasta que pase el infortunio.” Y ábrete a su acción, el siempre nos fortalecerá.
(P. JLSS)
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