(1Sm 8, 4-7. 10-22 / Sal 88 / Mc 2, 1-12)
Ayer mencionábamos el error en que muchas veces a lo largo de su historia cayó Israel, y también caemos nosotros, de acostumbrarnos tanto a contar con Dios que ya no valoramos como se debe su cercanía ¿Existe algo en estos momentos de tu vida que no hayas puesto a disposición a Dios?
El pueblo de Israel en la primera lectura escuchamos como, ignoran las advertencias hechas por Samuel diciendo: “No importa. Queremos tener un rey y ser también nosotros como las demás naciones. Nuestro rey nos gobernará y saldrá al frente de nosotros en nuestros combates.” Ignoran lo que antes les hacía sentir especiales por querer ser como los demás.
En el Evangelio se nos narró la curación del paralítico que, aun en medio de muchas inconveniencias, le acercan a Jesús. La mentalidad de los cuatro que cargaban al enfermo estaba en el Señor, no en los impedimentos para acercarse a Él. Sabían que el poder de el Señor valía más la pena que las limitaciones que se presentaban.
Acerquémonos a Jesús reconociendo que su soberanía es mayor que cualquier dificultad, no queramos ser “como los demás”, no tiene nada de malo no ser del montón, perseveremos en la fe, recordemos que nuestra fe es más valiosa que el oro y el oro tambien se purifica por el fuego (cf. 1Pe 1, 7).
(P. JLSS)
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