(Is 9, 1-3. 5-6 / Sal 95 / Tit 2, 11-14 / Lc 2, 1-14)
Estamos celebrando ya la navidad del Señor, esto convierte esta noche en una «noche buena» “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será: «Consejero admirable», «Dios poderoso», «Padre sempiterno», «Príncipe de la paz»” ¿qué tal tus están tus ánimos para recibirle?
Litúrgicamente la Iglesia nos ha estado invitando a prepararnos para este grandioso acontecimiento, durante cuatro domingos se nos invitó a vigilar, a convertirnos, al testimonio y la oración, siguiendo el ejemplo de varios personajes: profetas, Juan el Bautista, María, José… todos con un rasgo en común: confiaban en la llegada de Dios a sus vidas.
Nunca es tarde para aceptar el nacimiento del Señor, su llegada a nosotros, seamos como los pastores a los cuales se les anunció el nacimiento del mesías esperado de una manera muy simple: “encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre…” y creyeron. Era más lo que se les ofrecía que lo que podían perder si iban, siempre es necesario ese salto de fe.
Te reto a vivir esta noche con ese mismo arrojo, a qué te atrevas a estar abierto a los pequeños signos que Dios da este día para reconocer su cercanía: la cena, la reunión familiar, la sonrisa de los niños con sus sorpresas, etc. Cristo nos ha liberado para que seamos libres (Gal 5, 1), alegrémonos de su llegada. “Él se entregó por nosotros para redimimos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien.”
(P. JLSS)
Que el Señor les conceda todas las gracias y bendiciones que puedan estar necesitando personal como familiarmente.
¡Feliz Navidad! Que su nacimiento les traiga paz.
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