(1Cor 10, 14-22 / Sal 115 / Lc 6, 43-49)

Para quienes participamos de la Eucaristía, las palabras del Salmo adquieren mayor significado: “¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor…” la podemos interpretar como una invitación a corresponder al amor.

Más aún cuando en la aclamación hemos escuchado: “El que me ama, cumplirá mi palabra, y mi Padre lo amará y vendremos a él.” Al que se sabe amado y ama se le nota necesariamente, por ello los cristianos debemos manifestar nuestra fe procurando hacer el bien más que sólo evitando el mal.

Siguiendo el tema de los idolotitos san Pablo exhorta a los corintios a vivir conforme a la comunión con Jesús, porque «no podemos beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. No podemos compartir la mesa del Señor y la mesa de los demonios», aquello con lo que nos unimos ha de manifestarse en nuestras acciones.

Espíritu Santo muévete en nosotros libremente para manifestar en nuestras vidas la unión que vivimos con Jesucristo, sabemos que “no hay árbol bueno que produzca frutos malos, ni árbol malo que produzca frutos buenos. Cada árbol se conoce por sus frutos.” Por ello queremos vivir cimentados en ti y no vivir como si no conociéramos tu amor.

(P. JLSS)