¿Qué tanta atención préstamos a los que el Señor nos dice o pide? Si consideramos al Señor como nuestro pastor, debemos estar seguros de dos cosas: el nos protege y nos conoce. Se trata de seguirle conscientes de esta realidad, no nos protege porque esté equivocado sino porque sabe lo que necesitamos.
No pongamos pretextos para seguirle, sigámosle bien conscientes de que su amor por nosotros no depende de nuestra dignidad o nuestra indignidad sino solamente de su misericordia, él ha querido compadecerse de nosotros para que seamos libres, lo único que si nos pide es que su amor no quede infecundo en nosotros.
Todos nosotros tenemos claro qué es aquello que debemos cambiar en estos momentos, porque el amor y la gracia son así, inmediatamente nos descubren lo que estorba para poderse mover en libertad en nosotros ¿hace cuánto no trabajas por erradicar de tu vida aquello que estorba a tu vida de fe?
Pidámosle a Dios nuestro Padre, que por medio del Espíritu Santo renueve en nosotros el deseo de ser mejores y cambiar aquello que sabemos debemos de cambiar. Para ser buenos seguidores de Jesús debemos dejar que nos renueve. “Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perder los odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan…”
(P. JLSS)
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