(1Re 12, 26-32; 13, 33-34 / Sal 105 / Mc 8, 1-10)

Que nuestra confianza en Dios debe ser mucho mayor que en lo material es algo que pudiera parecer obvio, sin embargo, valdría la pena que nos preguntáramos si es así para nosotros ¿existe algo en estos momentos de tu vida que te esté robando la paz? A qué crees que se deba?

Jeroboam por pura ambición se olvidó de Dios que era quien lo puso en el trono, con quien contaba y termina actuando como un más, por puro miedo a que la gente se volteara en su contra atenta contra su religión, contra el culto, contra el Señor. Lo inmediato nos puede alejar de lo eterno si nos dejamos.

Así como hemos escuchado en el Evangelio del día de hoy, el señor sigue actuando en nuestro mundo, se compadece de nosotros y quiere multiplicar aquello que para nosotros pudiera parecer que se nos está acabando. Sólo debemos obedecerle, sentarnos un poco a esperar su acción.

No dejarnos distraer por lo inmediato y tener paciencia para aguardar la acción de Dios es a lo que la palabra de este día nos está invitando. No nos dejemos distraer tan fácil, evitemos prestar tanta atención a lo negativo si no estamos escuchando a Dios y cuando el temor quiera surgir, recordemos: “No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.”

(P. JLSS)