(Ez 37, 21-28 / Jr 31, 10-13 / Jn 11, 45-56)
“Buscaban a Jesús en el templo y se decían unos a otros: «¿Qué pasará? ¿No irá a venir para la fiesta?»” con estas palabras terminaba el fragmento del Evangelio que hemos escuchado, mismas que deben hacer que nos cuestionemos porqué buscamos a Jesús en estos momentos.
Entre los que buscaban a Jesús en este pasaje del Evangelio estaban quienes le buscaban para matarle, quizá había también enfermos, discípulos que acudían a escucharle; por ello, este día sería bueno que aclaremos si le estamos buscando como si de un milagrero (taumaturgo) se tratara o cómo nuestro Salvador.
En su cruz se cumplen las palabras de Ezequiel: “Voy a hacer con ellos una alianza eterna de paz. Los asentaré, los haré crecer y pondré mi santuario entre ellos para siempre. En medio de ellos estará mi templo: yo voy a ser su Dios y ellos van a ser mi pueblo”. Reconoce en su sacrificio el antídoto que necesitas contra cualquier mal y/o amenaza.
Padre Santo, por medio del Espíritu Santo, ilumina nuestras mentes para que comprendamos cuál es la esperanza que nos da tu llamamiento y lo grande de las riquezas de tu herencia (cf. Ef 1, 18), para que lo que nos dé más miedo perder sea tu amistad y la libertad que da tu amor. Que estemos atentos a tu presencia.
(P. JLSS)
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