(Hch 9, 31-42 / Sal 115 / Jn 6, 60-69)

Ayer decíamos que dentro de las principales características de los discípulos del Señor está: la aceptación de su voluntad y la apertura a la novedad; el discípulo de Jesús es consciente de que la misericordia de Dios supera toda lógica y que su voluntad siempre es buena y amorosa.

Jesucristo nos ha probado que aún de lo que pareciera ser un fracaso, como la Cruz, Dios puede sacar redención, de la muerte vida, de lo que podamos estar viviendo en estos momentos mucha bendición. Evitemos actuar como los personajes del Evangelio, que pasan de querer hacer rey a Jesús a abandonarle por su «intolerable modo de hablar».

Cuando en medio de las situaciones difíciles quiera aparecer el desánimo, hagamos nuestras las palabras de san Pedro: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. Aferrémonos a su poder, no dejemos que el miedo nos paralice y engañe.

Señor sabemos que, así como se nos relató el el libro de los hechos, aún hoy sigues obrando entre nosotros, sabemos que “tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna”, por eso queremos poner en tus manos todas nuestras necesidades, ayúdanos a aceptarlas, danos la fuerza para afrontarlas y la serenidad para perseverar confiados en tu compañía y poder.(P. JLSS)