(1Sm 9, 1-6. 10. 17-19; 10, 1 / Sal 20 / Mc 2, 13-17)
Tras la curación del paralítico que se dejó acercar a Jesús por sus amigos, hoy escuchamos la vocación, hoy escuchamos el acercamiento que Jesús quiere tener con un “pecador público”, mientras todo el pueblo le juzgaba por su trabajo, el Señor miraba su corazón.
Jesús tenía claro que Dios el Padre le había enviado “para llevar a los pobres la buena nueva y anunciar la liberación a los cautivos”, por ello no se dejaba sorprender por prejuicios ¿dejas que el Señor se acerque a ti? ¿Le limitas por lo que dice la gente de ti?
Saul fue elegido por Dios como rey de su Pueblo mientras buscaba burras perdidas ¿Qué nos hace pensar que el Señor no quiera acercarse a nuestras vidas en estos momentos determinados? ¿Son nuestros meros prejuicios? Dejemos todo prejuicio de lado y aceptemos el llamado que nos hace el Señor para estar a su lado.
Dejemonos impresionar por la misericordia de Dios y acerquémonos a Él, o mejor dicho, dejemos que se acerque a nosotros. Reconozcamos el pecado que hay en nuestras vidas y la determinación que él tiene de darnos aquello que sabe que necesitamos: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”.
(P. JLSS)
0 Comments