(Is 58, 9-16 / Sal 85 / Lc 5, 27-32)
“No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan.” Que resuenen en nuestro interior las palabras del Señor para comprometernos más en este camino cuaresmal.
Durante estos días de cuaresma estaremos esforzándonos con mayor intensidad por hacer el bien y evitar el mal, en ese orden. Procurar hacer el bien primero para no hacer el mal, conscientes de que Dios «no quiere la muerte del pecador sino que se arrepienta y viva».
Basta con leer las palabras de el profeta Isaías para descubrir cuál debe ser la intención de todas nuestras prácticas cuaresmales: “Cuando renuncies a oprimir a los demás y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva; cuando compartas tu pan con el hambriento y sacies la necesidad del humillado, brillará tu luz en las tinieblas y tu oscuridad será como el mediodía.”
Espíritu Santo, concédenos un fuerte deseo de cambio y de encontrarnos personalmente con el Señor, como Mateo que fue capaz de escuchar el llamado de nuestro Señor aún en medio de sus actividades consideradas por los demás como algo «de lo peor», respondiendo inmediatamente y que como él confiemos más en la misericordia que en la opinión de los demás.
(P. JLSS)
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