(Ez 36, 1-11 / Sal 22 / Mt 20, 1-16)
Tras escuchar las palabras de la carta a los Hebreos: “La palabra de Dios es viva y eficaz y descubre los pensamientos e intenciones del corazón.” vendría bien que nos cuestionáramos acerca de aquello a lo que le prestamos mayor atención ¿a la palabra de Dios o a nuestros criterios particulares?
Escuchamos el reclamo que Dios hace a través del profeta Ezequiel a los pastores de Israel por no estar cumpliendo con aquello que les correspondía y en lugar de servir, estarse sirviendo de las ovejas. En alguna ocasión Jesús invita a sus discípulos a a no dejarse distraer ni por los malos testimonios, incluso les dirá: hagan lo que les digan pero no imiten sus obras» (Mt 23, 3).
Hay que seguir la voz de Dios siempre, independientemente de lo que nos toque ver a nuestro al rededor, de los malos testimonios, a quien se debe seguir es a Él y a su palabra, sin importar nuestra edad ni la etapa de la vida que nos encontremos, él nos llama a su lado, esperando nuestra respuesta.
No olvidemos las hazañas de nuestro Señor, todo lo que ha hecho por nosotros, en la cruz nos ha manifestado la intensidad de su amor, que su testimonio nos impulse en la dificultad a no dejar de seguirle y a reconocer en esto, el cumplimiento de las palabras del Salmo: “El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas.” y sigamos avanzando.
(P. JLSS)
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