(Jer 31, 1-7 / Jer 31 / Mt 15, 21-28)
¿Qué tan presente tienes el amor de Dios? ¿Reconoces que su amor es más fuerte que tus criterios? El no tener presente el amor que Dios nos ha manifestado nos puede llevar a entrar en crisis de fe. Todos nosotros en el transcurso de nuestras vidas viviremos crisis, es en estos momentos cuando debemos tener presente su amor para no permitir que nuestros criterios nos hagan reaccionar mal.
En este pasaje del Evangelio podemos reconocer un proceso de madurez en la fe de esta mujer cananea (Sirofenicia nos dice Marcos, Mc 7, 24-29): le grita a Jesús para pedir el milagro que necesita y no encuentra respuesta, después escucha como interceden por ella sin ningún resultado, es hasta que ella se acerca al Señor y postrada pide el milagro confiando en la misericordia.
Sería muy bueno que tuviéramos claro en qué etapa de este proceso estamos ¿sólo le gritamos a Jesús nuestras dificultades? ¿Le pedimos a los demás que oren por nosotros pero nosotros no hacemos nada? ¿Tenemos la humildad de postrarnos ante Jesús reconociendo que puede hacer el milagro que necesitamos? ¿Somos capaces de aceptar que su ayuda no depende de nuestros méritos sino de su misericordia?
Pidamos a nuestro Padre celestial la humildad para aceptar su generosidad y así lograr aguardar serenamente su acción recordando quién es él más que aquello que creemos merecernos, como nos lo dice Jeremías: ”Yo te amo con amor eterno, por eso siempre me apiado de ti. Volveré, pues, a construirte y serás reconstruida, capital de Israel…”
(P. JLSS)
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