(2Cor 3, 4-11 / Sal 98 / Mc 5, 17-19)

¿Te dejas amar por Dios libremente? Ayer escuchábamos cómo los miembros de la comunidad de Corinto se dejaban distraer por cualquier cosa. Hoy la palabra parece invitarnos a no olvidar que Dios, nuestro Padre, es Misericordioso (que no es lo mismo que permisivo) y totalmente Justo (dará a cada uno lo que le corresponde).

Dios, a través de toda la Historia de la Salvación nos ha dejado claro que nos ama: nos crea libres y, cómo toda persona que ama verdaderamente, respeta la libertad del otro; después, cuando nos comenzamos a apartar de Él por nuestros pecados, se nos revela y por medio de los profetas nos anuncia su salvación; y llegada la plenitud de los tiempos nos envía a su Hijo, para dejarnos claro el extremo de su amor; por último, se nos ha dado el Espíritu Santo. Aceptar todo esto nos hará que valoremos más la acción de Dios.

Como cristianos, reconocemos que es verdad que “si el régimen de la condenación fue glorioso, con mucho mayor razón lo será el régimen de la salvación”. Sabemos que nuestra preocupación no debe está en una espiritualidad legalista, sabemos que nosotros debemos esforzarnos por aceptar la voluntad de Dios humildemente, gozándonos en su amor.

Quien se sabe amado, ama. Quien cree en Jesucristo sabe que el Padre le ama infinitamente. Así, desde la conciencia del amor que Dios tiene por cada uno de nosotros, digámosle “Descúbrenos, Señor, tus caminos y guíanos con la verdad de tu doctrina”. Danos tu amor y gracia, eso nos basta.

(P. JLSS)