(Hch 12, 24-13, 5 / Sal 66 / Jn 12, 44-50)

Para el Evangelista san Juan, la escucha de la palabra para los que nos consideramos ovejas del Señor es muy importante. Pone en boca de Jesús la siguiente afirmación: “Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, yo no lo voy a condenar; porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo”.

En esta frase del Señor encontramos dos elementos importantes, por un lado, nuevamente el de la escucha-práctica (si le escuchamos, debemos hacer lo que nos dice), por el otro, la convicción del Señor de no haber venido al mundo para condenarlo sino para salvarlo. Nos ofrece todo lo que necesitamos para lograr alcanzar la salvación.

Esa fue la misión que le encargó a los apóstoles transmitir, que él ha venido al mundo para salvarnos, no para condenarnos. Si no nos acercamos a él siempre andaremos en tinieblas, pero si nos acercamos a él tendremos la luz de la vida. Por eso que “las naciones con júbilo te canten, porque juzgas al mundo con justicia; con equidad tú juzgas a los pueblos y riges en la tierra a las naciones…”

Padre bueno ayúdanos a reconocer como tú nos has destinado a vivir en tu amor y transmitir el amor a nuestros semejantes. Las palabras que tu Hijo nos ha dado son espíritu y vida. Que la certeza de tu amor y misericordia elimine todos nuestros miedos por la libertad que tu das.

(P. JLSS)