(1Sm 17, 32-33. 37. 40-51 / Sal 143 / Mc 3, 1-6)

David fue elegido por Dios por la firmeza de su corazón y no por apariencias, porque nos conoce, sabe que lo que necesitamos en realidad para salir adelante es poner todo nuestro esfuerzo confiando en que nos ayudará en el momento oportuno; como dijera san Ignacio de Loyola: «Actúa como si todo dependiera de ti, sabiendo que en realidad todo depende de Dios».

David se enfrenta a Goliat consciente de sus capacidades pero confiado más en que el Señor estaba de su lado, eso queda demostrado cuando le dice: “Tú vienes hacia mí con espada, lanza y jabalina. Pero yo voy contra ti en el nombre del Señor de los ejércitos…” ¿Cómo está nuestra confianza en Dios? ¿Enfrentamos la vida confiando en que contamos con Él?

El Señor siempre está dispuesto a ayudarnos, eso queda demostrado en el pasaje que hemos escuchado en el Evangelio cuando queriendo provocar la misericordia de aquellos que se consideraban buenos les pregunta acerca de lo permitido en sábado si era el bien o el mal. Dice Marcos que “ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender”.

A quienes decimos conocer a Jesus y en él reconocer el amor que Dios nos tienen, no nos puede pasar igual. Por ello, atrevámonos a pedirle a Dios que por la fuerza del Espíritu Santo destruya en nosotros toda soberbia que nos impida cambiar, que no haya en nosotros ningún pecado justificado y que procuremos configurarnos con el amor de Dios.

(P. JLSS)