(Jl 2, 12-18 / Sal 50 / 1Cor 5, 20-6, 2 / Mt 6, 1-6. 16-18)
¿Qué significa para ti el tiempo de cuaresma? ¿Lo reduces meramente a lo externo o si dejas que las prácticas externas te conduzcan a un cambio interior? La Cuaresma es el tiempo en que como cristianos somos invitados a vivir con mayor profundidad el misterio de nuestra redención.
«La redención de Cristo consiste en que Él “ha venido a dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 28), es decir “a amar a los suyos […] hasta el extremo” (Jn 13, 1) para que ellos fuesen “rescatados de la conducta necia heredada de sus padres” (1Pe 1, 18)», entendido esto podríamos iniciar este tiempo preguntándonos qué es aquello de nuestra vida que está limitando la experiencia de ese amor y trabajarlo.
La Iglesia nos propone tres prácticas: más oración para tener mayor claridad de lo que el Señor nos pide; ayuno, para ser capaces de reconocer que nuestra mayor necesidad es Dios; y la limosna (caridad), para ayudarnos a comprender que el dinero no es nuestra mayor riqueza. Se trata de darle sentido a estas prácticas, no se trata de que Dios quiere que pasemos necesidades voluntarias, sino de que estas prácticas nos lleven a reconocerle más (sacrificio, del latín Sacrum y Facere, hacer sagrado).
Siguiendo las palabras de San Pablo, “Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto”, iniciemos esta cuaresma reconociendo aquello por lo cual no podemos «retener» en nuestro interior la gracia y trabajemos lo que lo provoca. No olvidemos que «para ser libres nos ha liberado Cristo» (Gal 5, 1).
(P. JLSS)
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