(Ez 2, 8-3, 4 / Sal 118 / Mt 18, 1-5. 10. 12-14)
“Yo les aseguro a ustedes que si no cambian y no se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos…” ¿qué significa hacerse como niños? Reconocer la misericordia de Dios y aceptarla, confiando en que Él quiere nuestro bien porque somos sus hijos, si nos lo merecemos o no según nuestros criterios de adultos no es tan importante, de hecho ningún niño se detiene con criterios semejantes.
Para ayudarnos a entender la generosidad de Dios, el Señor pone la parábola del hombre al que se le pierde una de sus cien ovejas, va y la busca por la simple y sencilla razón de que es suya. No la quiere perder. «el padre celestial no quiere que nos perdamos ninguno de nosotros». ¿Te alegra ser de Dios? ¿Te sientes protegido(a) por Él?
Cumplir la misión que Dios nos ha encomendado, cómo nos cuenta el libro del Profeta Ezequiel, es dulce, «alimenta el vientre y las entrañas». Es decir, nos fortalece y revitaliza para lograrlo, la misión de la que estamos hablando este día es la de vivir como amados y salvados por el Padre, aceptando su amor y lo que nos ofrece libremente, como niños.
Hagámosle caso al Señor Jesús, dejémosle acercarse a nuestras vidas y que “cargue” con nosotros. Si cargamos solos es porque queremos porque él nos ofrece su cercanía y ayuda: “Tomen mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón.” Aceptemos su ayuda y el misterio de su infinito amor.
(P. JLSS)
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