Una de las frases más bonitas para mi del Evangelio es aquella en la que se nos asegura que Jesus, “al ver a las multitudes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y desamparadas, como ovejas sin pastor…”, el Señor siempre preocupado por nuestro bien.

Por ello también es bien importante tener presente que Él se considera nuestro Buen Pastor, no un asalariado que cuando ve la amenaza corre, es el buen pastor, nos conoce a cada uno, sabe lo que necesitamos, eso nos ofrece, a nosotros nos toca seguirle solamente.

Tú y yo ya conocemos la misericordia del Señor, eso no podemos negarlo… acudamos a Él con plena confianza. Digámosle: “A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme, Dios mío, y escucha mis palabras; muéstrame los prodigios de tu misericordia, pues a quien acude a ti, de sus contrarios salvas.”

Padre Bueno, que nunca se nos olvide la grandeza de tu amor, mucho menos por pretextos baratos que lo único que harán es que queramos correr a refugios de los cuales ya salimos por tu poder. Te amamos, ayúdanos a demostrar que lo hacemos.

(P. JLSS)