(Sir 35, 1-15 / Sal 49 / Mc 10, 28-31)
Ya desde el antiguo testamento podemos encontrar la recomendación de ser recíprocos con Dios, “Dale al Altísimo según la medida en que él te ha dado a ti; dale tan generosamente como puedas, porque el Señor sabe recompensar y te dará siete veces más.” ¿Que tanto valoramos lo que Dios ha hecho por nosotros?
De la respuesta que demos a esa interrogante dependerá mucho nuestro perseverar, Jesús en el Evangelio nos dice que nada de lo que le entreguemos a Dios quedará sin recompensa, pero también recuerda que las dificultades y la persecución existirán pero perseverar da la vida eterna.
Se trata de corresponder al amor recibido, no de querer sobornar a Dios, Él es “es un juez que no se deja impresionar por apariencias”, y “la ofrenda más grata al Señor es la que ofrece aquel que cumple su ley.” El mandamiento que se nos ha dado es amar al prójimo como a nosotros mismos.
Dios revela los misterios del reino a la gente sencilla, pidámosle al Espíritu Santo que nos dé la sencillez necesaria para interpretar la realidad desde la luz del Señor y no desde nuestros criterios humanos. Seamos agradecidos con todo lo que el Señor nos ha dada y jamás olvidemos sus palabras: “Quien las gracias me da, ése me honra, y yo salvaré al que cumple mi voluntad. ”
(P. JLSS)
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