(Hch 7, 51-8, 1 / Sal 30 / Jn 6, 30-35)
Escuchamos en la primera lectura el discurso que Esteban hace ante el Sanedrín que buscaba asesinarle por no estar de acuerdo con él, como desgraciadamente sucede en muchas ocasiones en las que, para ignorar aquello que confronta, se busca desaparecer esto. ¿Cómo está nuestra docilidad al Espíritu Santo?
El reproche que hace Esteban a los miembros del Sanedrín es bien claro: “Ustedes resisten siempre al Espíritu Santo; ustedes son iguales a sus padres. ¿A qué profeta no persiguieron sus padres? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo, al que ahora ustedes han traicionado.” La resistencia al Espíritu Santo como obstáculo para nuestra renovación plena.
Atrevámonos a pedirle al Señor lo que necesitamos, como hicieron los personajes del Evangelio que le pidieron que les diera siempre del pan que baja del cielo y que da vida al mundo, Jesús les enseña que ese pan es él mismo: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed”.
Quien tiene a Jesús tiene lo que le hace falta para salir adelante, estar a su lado nos garantiza salir ganando sobre cualquier amenaza, sobre cualquier situación o circunstancia difícil, ya nada le puede vencer, como Esteban que ante los que le quieren matar: perdona y se abandona a Dios. Demostrando la verdadera libertad que da Dios. Padre ayúdanos para reconocer en Jesús la fuente de todo aquello que necesitamos para vivir verdaderamente libres y así no andar temerosos sino abandonados a tu espíritu.
(P. JLSS)
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