(Hch 4, 32-37 / Sal 92 / Jn 3, 7-15)

“Así como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna…” para entender mejor las palabras del Señor hay que traer a nuestra mente lo que se narra en el libro de los Números (21, 4-9) respecto a las quejas del pueblo y la asistencia de Dios.

Todo el que había sido mordido por la serpiente mirando la levantada por Moisés, se curaría… nosotros creemos en el Señor Jesús, quien fue levantado sobre la tierra para que no andemos por la vida temiendo cualquier “mordedura” del pecado, sino vivir con nuestra mirada fija en quien nos puede proteger de todo lo malo.

El libro de los hechos de los apóstoles nos cuenta como en la primeras comunidades cristianas el centro de las mismas era nuestro Señor Jesucristo, esa era su mayor riqueza, toda la misericordia y el amor del Padre que en él se manifiesta. ¿Habremos caído en el error de preocuparnos más por otras cuestiones secundarias que por el Señor?

Te pedimos padre que nos ayudes a reconocer la inmensa riqueza de tu misericordia para vivir conforme a ella, en la libertad que proviene del saber que contamos contigo de nuestro lado y que tú quieres nuestro bien. “Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad. Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, y para siempre está firme tu trono.”

(P. JLSS)