(Prov 3, 27-34 / Sal 14 / Lc 8, 16-18)
En nuestra manera de interpretar la realidad se puede notar fácilmente si nos somos conscientes de lo inmensamente amados por Dios que somos o no, en medio de nuestras limitaciones Dios nos ama, al otro también ¿por qué no ayudarle a que se reconozca amado también el?
La primera lectura nos invitaba a hacer el bien, a que de esta manera manifestemos el amor que Dios nos tiene, haciendo el bien y sin juzgar. Razonar desde el amor que nos tiene nos hará actuar con sensatez según el libro de la sabiduría (buen juicio, prudencia y madurez en actos y decisiones).
Debemos dejar que el amor de Dios que nos llega invada todas nuestras oscuridades y las ilumine con su presencia, que nos ayude a interpretar y decidir desde allí, desde la realidad del ser amados. “Nadie enciende una vela y la tapa con alguna vasija o la esconde debajo de la cama, sino que la pone en un candelero, para que los que entren puedan ver la luz.”
Pidamos a Dios que nos ayude para ser dóciles a su amor y gracias, que nos preocupe solo eso, la libertad que esta fuerza produce en quienes le son dóciles y que se cumplan en nosotros las palabras de Jesús: “Que brille la luz de ustedes ante los hombres, para que viendo las obras buenas que ustedes hacen, den gloria a su Padre, que está en los cielos.” No queramos hacer mucho, dejemos a Dios que haga mucho en nosotros y su amor se nos notará.
(P. JLSS)
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