(Jer 28, 1-17 / Sal 118 / Mt 14, 13-21)

Quienes creemos en Jesucristo sabemos que contamos con Dios, que es nuestro Padre, que cuida amorosamente de nosotros, ésta es ser nuestra mayor riqueza. Cuando el Señor se fue al desierto cuarenta días sin comer y beber, en cuanto él siente hambre el demonio le dice que convierta una piedra en pan, el Señor vence la tentación con esta frase: “No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Reconocer la presencia de Dios en nuestras vidas nos hará vivir más tranquilos, porque esto jamas nos sentiremos desalentados. Quien se deja distraer “por lo que le falta” dejará de reconocer lo que tiene y terminará adorando o sirviendo a “otros dioses” fruto de su miedo e inseguridad.

Así le pasó al profeta Jananías que por no comprender lo que sucedía inventó una profecía o interpretó de manera errónea la voluntad de Dios; los discípulos, en el Evangelio, miraron más la necesidad que el poder del Señor “…Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer”, por ello el Señor les conduce a preocuparse por hacer lo que a ellos les toca “denles ustedes de comer”.

¿Existen situaciones en tu vida que te estén distrayendo o entreteniendo demasiado y que al mismo tiempo te estén alejando de Dios? Esto es precisamente lo que debemos poner en sus manos para que Él lo multiplique, con lo que para muchos parecía carencia pudo saciar una multitud y hasta sobró. Deja tus cosas en sus manos y déjale hacer su parte a él, todo será diferente. Creemos Señor, pero aumenta nuestra fe. (Cf. Mc 9, 24; Mt 17, 20; Lc 9, 41)

(P. JLSS)