(Sir 1, 1-10 / Sal 93 / Mc 9, 14-29)

Quisiera iniciar la reflexión de hoy con la invitación que San Pablo hacía a los corintios (y a cada uno de nosotros) el día de ayer: “si alguno de ustedes se tiene a sí mismo por sabio según los criterios de este mundo, que se haga ignorante para llegar a ser verdaderamente sabio.” ¿Que te preocupa más, experimentar a Dios o aumentar tu conocimiento teórico sobre él?

Hemos escuchado un reclamo muy fuerte de Jesús a sus discípulos, ante la incapacidad de sus discípulos de expulsar un demonio, “Jesús les contestó: «¡Gente incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?” ¿Podría decirnos lo mismo a nosotros?

Ser sabios no implica el conocer todo, sino aceptar que no lo sabemos todo pero Dios si, él tiene poder y el mando sobre todo. Por ello el Señor Jesús reprende a quien se le acerca diciéndole: “si algo puedes, ten compasión de nosotros y ayúdanos”. Jesús siempre nos echará en cara la incredulidad, ¿qué quiere decir eso de ‘si puedes’?.

Pidámosle al Espíritu Santo que nos conceda el don de la sabiduría y el de la humildad para poder reconocer cuando estamos desconfiando o actuando de determinada manera por falta de fe, y que tengamos la capacidad de reconocer frente a él esta esto. “Creo, Señor; pero dame tú la fe que me falta.” Y él nos hará el milagro.

(P. JLSS)