(Hch 16, 11-15 / Sal 149 / Jn 15, 26-16, 4)
La respuesta que dimos a la Palabra de Dios en el Salmo, “el Señor es amigo de su pueblo” necesariamente nos deberían llevar a cuestionarnos acerca de qué significan para nosotros ¿la amistad con Dios te da tranquilidad o que genera? Hay que estar atento a ello…
Dios ha querido enviar a nosotros al Espíritu Santo para que experimentemos la certeza de su amistad y compañía, debemos hacernos más devotos a él, aprovecharle más. Él es el Paráclito, quien ha sido enviado para velar por nosotros cuidarnos y defendernos.
Cuando se nos presenten situaciones o momentos difíciles deberían venir a nuestras mentes las palabras del Señor: “Cuando venga el Paráclito, que yo les enviaré a ustedes de parte del Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, él dará testimonio de mí y ustedes también darán testimonio, pues desde el principio han estado conmigo”. Y aceptar su voluntad confiados en que así se da testimonio.
El testimonio de la fe no va a depender de formas, poses o respuestas preestablecidas, dependerá de nuestra docilidad a la acción del Espíritu, de nuestra confianza en el Paráclito. Dios no nos ha abandonado, se ha quedado con nosotros no desaprovechemos su presencia en nuestras vidas.
(P. JLSS)
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