(1Re 11, 4-13 / Sal 105 / Mc 7, 24-30)

Nuestra reflexión del día de hoy debe girar en torno a la invitación que escuchamos en la aclamación: “Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos.” Esto no es algo sólo para un momento sino para toda la vida. ¿Seguimos escuchando la palabra de Dios con un corazón dócil y dispuesto?

El rey Salomón contrario a lo que debería ser lo lógico, nos dice la palabra que cuando envejeció dejó que su corazón se desviara ¿donde quedó toda esa sabiduría? ¿Se habrá confiado en ella? ¿Tendremos actitudes semejantes? Revisemos nuestro corazón responsablemente y reconozcamos si existen cosas que sabemos que están mal pero ya hemos justificado.

Por el contrario, en el Evangelio escuchamos una mujer con completa apertura a la acción de Dios, que supo confiar más en el poder de Dios que en las limitaciones que pudieran presentársele, con un argumento contundente: “Sí, Señor; pero también es cierto que los perritos, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños…”, ella sabía que con lo que otros estaban desaprovechando ella podía obtener lo que necesitaba.

Así nosotros hoy, acudimos a ti Padre para pedirte que por la fuerza del Espíritu Santo nos des la claridad necesaria para saber reconocer aquello que estamos dejando que desvíe nuestro corazón por mera desidia, también reconocemos que necesitamos que fortalezcas nuestra fe para confiar más en tu amor y en tu poder pues en ti encontraremos todo lo que necesitamos.

(P. JLSS)