(Gn 2, 18-25 / Sal 127 / Mc 7, 24-30)

En la aclamación escuchamos un texto de la carta del Apóstol Santiago que puede ser un buen comienzo en nuestro empeño por ser buenos discípulos de Jesucristo: “Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos…” (cf. Stgo 1, 21) ¿eres dócil a la Palabra de Dios? ¿Aceptas que es capaz de salvarte?

En el relato de la creación escuchamos una vez más como la preocupación de Dios por nuestro bien rebasa todas nuestras expectativas y criterios. Cuando se narra la creación de la mujer se dice que Dios dijo: “no es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle a alguien como él, para que lo ayude”, ni soledad, ni egoísmo sino complementariedad y ayuda mutua.

Dios se preocupa de cada uno de nosotros, particularmente sabe qué es aquello que necesitas pero en este camino de fe debemos estar atentos a las tentaciones que se presentan en las dificultades, el ser humano tiende a esperar réditos cuando se deja distraer por los problemas y surgen los porqués.

Pidámosle a Dios que acreciente nuestra confianza en él, de manera que nuestra perseverancia no dependa de lo que no comprendamos en el presente, sino que se sostenga de todo lo que ya hemos recibido para afrontar el presente. Aprendamos de la mujer siria de Fenicia, que sabe reconocer el poder de Jesus es mayor que cualquier criterio, límite o prohibición humana.

(P. JLSS)