(Gn 17, 3-9 / Sal 104 / Jn 8, 51-59)
Hagámosle caso al Señor que nos pide no endurecer nuestro corazón, lo peor que nos puede pasar como creyentes es dejar de reconocer la fidelidad de Dios, que él nunca olvida sus promesas, que está de nuestro lado y quiere nuestro bien. Ya nos lo ha demostrado muchas veces.
Abraham nuestro padre en la fe, creyó en Dios que sería padre de muchas generaciones aún cuando era anciano y su mujer también, sin embargo, no puso tanta atención en sus limitaciones miro más bien el poder de Dios ¿hace cuánto no haces oración confiando más en el poder de Dios que en tu lógica?
Se trata de ser fieles al Señor, creer en su palabra: “Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre…” Dios nos librará de todo aquello que pudiéramos estar sintiendo como una amenaza o algo imposible, solo hay que confiar, aún cuando todo parezca indicar lo contrario.
Pidamos a Dios no caer en el error de que nuestra falta de comprensión de la voluntad de Dios, se transforme en falta de fe. El amor que nos tiene, su misericordia y su perdón rebasa nuestras lógicas, no nos cerremos, dejémonos impresionar profundamente por el Espíritu Santo.
(P. JLSS)
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