(Hb 12, 18-19. 21-24 / Sal 47 / Mc 6, 7-13)

Ayer terminábamos nuestra reflexión pidiéndole a Dios que no permita que nos conformemos con lo que conocemos a Jesús, que jamás nos cansemos de buscarle y dejarle actuar en nuestro interior… el creer que conocemos del todo a Dios limitará su acción en nuestra vida y acrecentará nuestra desconfianza.

¿Alguna vez has dejado de pedir a Dios? ¿Desconfías o confías en su acción? Jesús, en el Evangelio, envía a sus discípulos a predicar capacitándolos con su poder, sólo les deja claro que deben confiar en la Divina providencia, “Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica…”

Tú y yo, por nuestra fe, siguiendo lo que nos dice la carta a los hebreos, «nos hemos acercado a Dios, que es el juez de todos los hombres, y a los espíritus de los justos que alcanzaron la perfección. Nos hemos acercado a Jesús, el mediador de la nueva alianza», estando con Dios ¿A qué vamos a tenerle miedo? (Cf. 1Jn 4, 18; Rm 8, 31).

Padre te pedimos que aumentes en cada uno de nosotros nuestra confianza en ti y en tu providencia, que dejemos que el Espíritu Santo nos transforme e ilumine nuestras mentes para no vivir en el temor, sino en la confianza de sabernos amados infinitamente y protegidos por ti.

(P. JLSS)