(1Pe 5, 5-14 / Sal 88 / Mc 16, 15-20)

Ayer comenzaba el fragmento de la primera lectura contándonos que “la palabra del Señor cundía y se propagaba. Cumplida su misión en Jerusalén, Saulo y Bernabé regresaron a Antioquia, llevando consigo a Juan Marcos.” A quien hoy celebramos y que según la Tradición sobrino de Bernabé (Col 4, 10).

San Marcos, nos dice el libro de los Hechos que abandona la Misión (cf. Hch 13, 13) y cuando quiere volver a la misión provoca la se separación de Pablo y Bernabe como compañeros de misión (Hch 15, 36-41), pero de lo que se vale Dios para hacernos llegar el segundo evangelio que recoge la predicación de Pedro. Dios se vale hasta de nuestras diferencias para hacer su obra.

¿Existe algo de tu vida que consideres una gran equivocación? No te desesperes acepta el amor de Dios y permite que obre en ti, verás que Dios transformará eso en motivo de bendición y fuente de impulso para tu vida. “Dios, que es la fuente de todos los bienes, nos ha llamado a participar de su gloria eterna en unión con Cristo, y después de estos sufrimientos tan breves, los restaurará a ustedes, los afianzará, fortalecerá y hará inconmovibles.”

Las palabras de Jesús a los Once, aplica también para nosotros: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado…” creamos más en el amor que en otras cosas, ese nos trae libertad y paz, el rechazo al mismo trae esclavitud. A veces es necesaria la equivocación para reconocer el impulso del amor de Dios en nuestras vidas. San Marcos, ruega por nosotros.

(P. JLSS)