(Hb 7, 23-8, 6 / Sal 39 / Mc 3, 7-12)

¿Por qué razón estás buscando a Jesús en estos momentos? ¿Lo tienes claro? En el Evangelio se nos ha contado que una multitud procedente de varias partes se trasladó a donde Jesús estaba porque escucharon lo que hacía, se le aventaban para ser curados, se tuvo que subir a una barca ya que casi lo aplastaban…

¿Buscarían al Señor como un taumaturgo solamente o impresionados por su presencia? Eso no lo sabremos, lo que si sabemos es que Él tiene el poder sobre todo, que “Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.” Que teniéndole a Él de nuestro lado no debemos temer a nada.

En la carta a los Hebreos se nos recordaba algo que no podemos perder de vista jamás, “Jesucristo tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre. De ahí que sea capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios, ya que vive eternamente para interceder por nosotros.” No estamos solos, nuestro Señor intercede por nosotros, por ello debemos aceptar lo que se nos presente.

Padre Santo, nos ponemos en tus manos, haz que sepamos reconocer a tu Hijo como nuestro Señor (Kyrios), como nuestro salvador y protector, que no le busquemos sólo en momentos de necesidad. Espíritu Santo fortalece en cada uno de nosotros la certeza del amor y la misericordia, que nada nos haga dudar de su cercanía y protección constante.

(P. JLSS)