(Ex 12, 1-8. 11-16 / Sal 115 / 1Cor 11, 23-26 / Jn 13, 1-15)
Con la celebración de la Cena del Señor comenzamos el Triduo Pascual en el que conmemoraremos de manera más profunda el misterio de nuestra redención. En estos tres días meditaremos sobre la pasión, muerte y resurrección del Señor. Hoy nos unimos a los discípulos que cenan por última vez con el Señor.
En esta cena, nos dice San Juan que “sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre y habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.” Y en este amor hasta el extremo se llevan a cabo tres cosas: se da el mandamiento del amor, la institución de la eucaristía y el sacerdocio, para perpetuar su sacrificio.
Es en el contexto de una cena en la que se conmemoraba la libertad del pueblo de la esclavitud en Egipto Jesús quiere hacer uno nuevo, él de sí mismo, en compañía de sus amigos, prueba de su entrega amorosa es el lavatorio de pies en la que les (nos) manda amar y servir a nuestros hermanos lavados y alimentados por él.
Velemos junto con el Señor, que el recordatorio de su amor por nosotros, del lavado de pies que nos ha hecho para que andemos con libertad nos ayude para aceptar la voluntad del padre, tal como Él mismo lo hizo el día del Getsemaní, nos comprende en nuestras angustias y está dispuesto a ayudarnos. Nos ama hasta el extremo.
(P. JLSS)
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