(Ez 34, 11-12. 15-17 / Sal 22 / 1 Cor 15,20-26. 28 / Mt 25, 31-46)
¿Es Jesucristo nuestro rey? ¿Qué tan seguros nos sentimos por el gobierno que él hace del universo? ¿Esperas su vuelta gloriosa con la seguridad de que vendrá a salvarnos de todo aquello injusto que te está tocando vivir? ¿Cómo se manifiesta en tu vida la seguridad de contar con su amor y cuidado?
Se supone que todos nosotros vivimos con la tranquilidad de saber que «el Señor es nuestro pastor, nada nos falta; en verdes praderas nos hace reposar y hacia fuentes tranquilas nos conduce para reparar mis fuerzas» vendrá un tiempo en el que disfrutaremos el fruto de nuestra fidelidad y perseverancia, para ello debemos vivir como ciudadanos de su reino.
Esa seguridad y fidelidad deben brotar de nuestra aceptación y orgullo de lo que él ha hecho por nosotros, en todo el misterio de nuestra redención, en su , muerte y resurrección debemos reconocer el cumplimiento de aquella profecía: “Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y velaré por ellas. Así como un pastor vela por su rebaño cuando las ovejas se encuentran dispersas, así velaré yo por mis ovejas e iré por ellas a todos los lugares por donde se dispersaron un día de niebla y oscuridad.” ¿Dejamos que nos encuentre o nos escondemos?
Nuestro Rey volverá y pondrá todas las cosas en su lugar ¿cómo nos encontrará? Vivamos de tal manera que no nos de miedo encontrarnos con él, aceptemos su amor misericordioso en nosotros y en los demás para poder amarles como nosotros hemos sido amados también. No vaya ser que en nuestro encuentro nos diga: “Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo…”
(P. JLSS)
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