(2Re 4, 42-44 / Sal 144 / Ef 4, 1-6 / Jn 6, 1-15)

Tras el recordatorio de que Jesús es el profeta y Pastor que Dios ha enviado para que le sigamos dócilmente para llegar a Él, hoy se nos recuerda que “Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor de quien lo invoca.” ¿Hay algo que te esté distrayendo y no te permita recordar esto?

Dios se compadece de nosotros y sabe cuando andamos como ovejas sin pastor, solo que debemos dejar que se involucre en nuestras vidas. El milagro de la multiplicación de los panes se logró por un discípulo que ofrece lo único que traía y permite que el Señor lo reparta.

San Pablo por su parte invita a la comunidad a vivir confiados en Dios, a «vivir una vida digna del llamamiento que se nos ha hecho», y da las características de esto: “sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el espíritu con el vínculo de la paz.”

Pidámosle a nuestro Señor que fortalezca nuestra confianza en Él de tal manera que seamos capaces de vivir poniendo todo en sus manos, dejándole actuar en ello confiados en que lo que para nosotros pudiera parecer poco para él es suficiente para saciar a multitudes y hasta que sobre. No tengamos miedo, no estamos solos contamos con Él. “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que reina sobre todos, actúa a través de todos y vive en todos.”

(P. JLSS)