(Jer 23, 1-6 / Sal 22 / Ef 2, 13-18 / Mc 6, 30-34)
La semana pasada se nos invitó a reconocer el llamado que Jesús nos hacía por nuestro propio nombre, por quien somos y nos conoce, hoy en las lecturas podemos reconocer dos cosas: el pastor que quiere el descanso de sus ovejas y la compasión que siente el por quienes andan como si no tuvieran pastor.
¿Necesitas que Dios te ayude a descansar de algo? ¿Qué tan buena oveja te consideras? En el Evangelio los discípulos se dejan conducir por Jesús a un lugar para descansar de las labores y la gente que le buscaba se encuentra con su compasión ¿le estamos buscando? Él quiere encontrarse con nosotros.
Miremos al crucificado, en ese misterio reconocemos cómo Dios siempre está al pendiente de nosotros y el cumplimiento de las palabras del Salmo: “Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad.”
No nos dejemos atemorizar por nada, recomendemos que el Señor quiere nuestro bien y siempre está dispuesto a reñirnos ¿qué tan dispuestos estamos para seguirles? Que el Espíritu Santo nos conceda la gracia para buscar descanso en Jesús conscientes de que Él siente compasión por nosotros. El es nuestro Pastor, nada, NADA nos faltará.
(P. JLSS)
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